En Venezuela la Estadística
debería declararse la ciencia de la preservación, el bienestar y la
destrucción, el gobierno es ignorante de esta materia y cada día se le hace
imposible un buen diagnostico y el tratamiento adecuado a los eventos
epidemiológicos que van descubriendo las más horrendas deficiencias
estructurales y las desacertadas políticas de una gestión sin planes y
programas de ejecución gubernamental.
En este país a cada brote de enfermedades que producen muertes indeseables se le aplica el evasivo argumento de que son producto de enfermedades recurrentes. Otro error es el enfoque que determina que la sociedad en términos de higiene sanitaria padece de variadas enfermedades que al aparecer brotes endémicos disparan todas las alarmas y surge la asistencia bomberil a la crisis.
Venezuela no está preparada para estos eventos por que sus estadísticas están maquilladas para el auto engaño del gobierno y así desviar los recursos a otras áreas donde impera la corrupción sin importarles los segmentos de población que padecen y requieren de estas inversiones para su estabilidad y bienestar.
El saqueo no se ha escapado a la cuantificación estadística y se han maquillado las cifras de desempleo, de ausentismo escolar, de consumo eléctrico, agua potable, vivienda, vías terrestres y el salario, esta praxis del gobierno socialista lo ha llevado a un discurso que sitúa a los gobernantes en un país de maravillas y los venezolanos en la Venezuela que avanza inexorable al desastre.
El déficit alimentario esta llevando a la población a un subconsumo de proteínas, grasas y carbohidratos y se aprecia en muchos sectores populares rostros de hambre, miseria y debilidades para afrontar ataques virales y enfermedades que ya se creían controladas, desaparecidas o exterminadas.
Es aberrante oír tantas barbaridades de ministros y gobernantes que describen escenarios de déficit como consecuencia de la demanda y así esconder la falta de inversión y la corrupción en la construcción de la oferta.
El crecimiento global y poblacional no se detendrá hasta que llegue a su clímax que atentará contra su propia existencia, incluyendo a gobernantes, pueblos y naciones enteras que desaparecerán sin excepción al modelo doctrinario.
El Socialismo del siglo XXI se ha convertido en una fábrica de pobres, de seres subalimentados y sin educación para el progreso. Y el silencio y la complicidad exacerba la crisis: SON LOS PROPIOS ESTADISTAS DE LA DESTRUCCIÓN DE LA PATRIA.
En este país a cada brote de enfermedades que producen muertes indeseables se le aplica el evasivo argumento de que son producto de enfermedades recurrentes. Otro error es el enfoque que determina que la sociedad en términos de higiene sanitaria padece de variadas enfermedades que al aparecer brotes endémicos disparan todas las alarmas y surge la asistencia bomberil a la crisis.
Venezuela no está preparada para estos eventos por que sus estadísticas están maquilladas para el auto engaño del gobierno y así desviar los recursos a otras áreas donde impera la corrupción sin importarles los segmentos de población que padecen y requieren de estas inversiones para su estabilidad y bienestar.
El saqueo no se ha escapado a la cuantificación estadística y se han maquillado las cifras de desempleo, de ausentismo escolar, de consumo eléctrico, agua potable, vivienda, vías terrestres y el salario, esta praxis del gobierno socialista lo ha llevado a un discurso que sitúa a los gobernantes en un país de maravillas y los venezolanos en la Venezuela que avanza inexorable al desastre.
El déficit alimentario esta llevando a la población a un subconsumo de proteínas, grasas y carbohidratos y se aprecia en muchos sectores populares rostros de hambre, miseria y debilidades para afrontar ataques virales y enfermedades que ya se creían controladas, desaparecidas o exterminadas.
Es aberrante oír tantas barbaridades de ministros y gobernantes que describen escenarios de déficit como consecuencia de la demanda y así esconder la falta de inversión y la corrupción en la construcción de la oferta.
El crecimiento global y poblacional no se detendrá hasta que llegue a su clímax que atentará contra su propia existencia, incluyendo a gobernantes, pueblos y naciones enteras que desaparecerán sin excepción al modelo doctrinario.
El Socialismo del siglo XXI se ha convertido en una fábrica de pobres, de seres subalimentados y sin educación para el progreso. Y el silencio y la complicidad exacerba la crisis: SON LOS PROPIOS ESTADISTAS DE LA DESTRUCCIÓN DE LA PATRIA.
Jesus Isarel Fernandez G.